Al mundo se le han perdido muchas ideas por no haber sido dichas de la manera correcta. Estamos heridos de ambigüedad, tonos equívocos e implicaciones no advertidas. Y la única forma de sanar es usar bien la tinta. Por eso somos perseguidores del verbo preciso, reparadores de la oración dañada, traductores de las ideas encriptadas y creadores del argumento fuerte. Creemos que, sin el poder del lenguaje, ninguna conquista es posible. Desempolvemos sus posibilidades.