La magia es el lenguaje

Por
Tammy
Lati

Por años nos hemos preguntado si la magia existe. Si es ciencia a medias, brujería o ficción. Lo que es cierto es que la magia es tan antigua como nuestra historia. Muchos dirán que los alquimistas nada tienen que ver con los poetas, pero ambos usaban su voz —o sus letras— para cambiar el estado del mundo, y fueron expulsados de sus ciudades por eso. Pues qué son los conjuros sino la repetición de una oración: la voz puesta al infinito.

Seguro muchos ya han escrito de la historia de la magía, de cómo ha cambiado su significado a lo largo del tiempo, de qué significa actualmente para algunas culturas, de su relación con la religión o su popularidad perpetua en la ficción, de como para algunos se trata de revelar las leyes ocultas de la naturaleza, mientras que para otros consta en fracturar la lógica mundana y lograr un acto sobrenatural. 

Pero quizá no es necesario lo divino. La magia es ver el agua que sale todas las mañanas de la regadera sin saber cómo llegó ahí. Como si dijéramos «ábrete sésamo» o «abracadabra» antes de girar la manija. Y es que abracadabra es mitad neologismo y mitad acrónimo, originaria del hebreo אבר קדברה que significa «iré creando conforme hable» o «yo crearé con mi palabra». La magia y la palabra no son tan distintas después de todo: ¡el poeta sí es un alquimista!

En la palabra enunciada también yace algo de oculto, algo de inexplicable, algo de mágico. Solo hace falta decir un «pásame la sal» para hacer mover un brazo, solo hace falta decir «sí quiero» para cambiar un estado civil, solo hace falta decir «all in» para dejarlo ir todo en una mesa de póker. El lenguaje es performativo porque en el decir se captura el hacer, porque solo se necesitan las palabras exactas en el momento exacto para cambiar el mundo por completo.

Y así como dios en el Génesis creó el mundo con su palabra, nosotros estamos creando el mundo que nos rodea todo el tiempo con las nuestras. Los poetas son magos porque con la permutación precisa de ciertas letras pueden hacer sentir. La magia existe, y está en nuestras cuerdas vocales.


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